Los platos tailandeses mezcla mágica y equilibrada
Detrás de cada gastronomía hay historia y hasta filosofía. La manera de alimentarnos revela la vida que nos gusta llevar. Los tailandeses no sacrifican salud por sabor; al contrario, su cocina es una mezcla mágica y equilibrada que deleita el gusto y trata suavemente el cuerpo.
El viejo dicho de «todo entra por los ojos» es verdad y los chefs tailandeses jamás lo olvidan. Ellos han desarrollado una técnica muy hermosa y sencilla para tallar las frutas y convertir una papaya tradicional en una pieza de arte admirable.
Para nadie es un secreto que Occidente y Oriente se separan por una gran brecha cultural. Nuestra cultura se fascina por las costumbres místicas y exóticas de los países orientales, pero en realidad esa fascinación no es más que el síntoma de nuestra mirada sesgada.
Los occidentales somos una rara mezcla, producto del gusto por el placer físico, el consumismo y la inmediatez. Vivimos un tiempo acelerado y todo lo queremos rápido y fácil. Los orientales viven en el mismo mundo agitado, pero aún conservan cierta actitud apacible.
Ellos viven para vivir más sin pretender la eternidad. Ustedes se preguntarán que tiene que ver toda esa diatriba socio-religiosa con el asunto de la comida. Pues tiene todo que ver. Comer es más que el placer del gusto. Nuestra alimentación incide en la salud y la comida desbalanceada puede acarrear algunos problemas coronarios y mucho colesterol.
La gastronomía tailandesa es una mezcla equilibrada de sabores dulces, salados, picantes y aromáticos que no sólo es apetitosa y exótica, también es ligera para digestión y saludable.
El chef tailandés que viajó expresamente para el festival gastronómico del Hotel Sofitel Victoria Regia nos contó que muchos de los ingredientes que ellos usan son incluso hierbas medicinales y que los tailandeses suelen limpiar su cuerpo a través de la comida. Es como una especie de ayuno sin ayunar, pues su cocina es baja en grasa y muy fácil de digerir. Ellos usan mucho perejil, limonaria, jengibre y galanga (cuyo sabor es menos fuerte, pero parecido al jengibre).
Los orientales también tienen un culto por el cuerpo, pero no lo mal interpreten, el culto oriental por el cuerpo nada tiene que ver por la obsesión nuestra de adquirir o conservar el cuerpo perfecto según los estándares aberrados de la humanidad. Ellos cultivan la idea de cuerpo sano y vital, un cuerpo lo suficientemente fuerte como para permanecer en pie ante los avatares de la vida.
Cuidar su alimentación es cuidar su cuerpo y eso no significa vivir a punta de dieta de faquir o menús de hospital. Intente las recetas de comida tailandesa y se sorprenderá de lo apetitosas y suaves que son.
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