Desde Egipto a Bizancio, desde Grecia hasta España, Roma o Marruecos, las higueras se recortan contra el paisaje cargadas de su fruta tierna y dulce como el almíbar que se desliza por su piel. Verdes o negros, los higos encierran el sabor a sol.
Los higos fueron durante milenios un alimento tan valorado que llegaron a atribuírseles cualidades divinas. En algunas culturas, la higuera simboliza la inmortalidad y el conocimiento superior.
Los griegos dedicaron una atención muy especial a la higuera y a sus frutos que sólo podían recolectarse cuando los sacerdotes lo anunciaban oficialmente, y eran tan estimados que estaba prohibida su exportación.
En la Roma Imperial se aseguraba que Rómulo y Remo, sus fundadores, nacieron de una higuera, aunque luego los alimentara una loba y no la supuesta higuera-madre. Lo cierto es que en el Imperio Romano existía una gran predilección por los higos, frescos o secos, y se empleaban para cebar a las ocas porque mejoraban el sabor de su carne.
Los árabes los consideraban símbolo de fecundidad, y ofrecían higos a la tierra antes de iniciar las labores del campo. La savia del higo que se desliza por el pedúnculo, blanca y líquida, se comparaba con la savia del hombre, y era considerada portadora de energía universal.
Existen más de 800 variedades de higos que fructifican en dos cosechas al año. Entre los meses de junio y julio se recolectan los higos nacidos el verano anterior, que necesitan un año para madurar: son las brevas. Entre agosto y principios de noviembre se recogen los frutos nacidos esa primavera, que han tenido todo el sol del verano para madurar: los higos.
Los higos frescos son ricos en vitaminas del grupo B y minerales, especialmente potasio, además de magnesio, fósforo y calcio. Sin embargo la vitamina C brilla por su ausencia. Su consumo favorece el fortalecimiento de los vasos sanguíneos y contienen fibra en abundancia que estimula el tránsito intestinal, aunque las pequeñas semillas que contienen pueden producir molestias a los intestinos irritables.
En la antigüedad, el higo se empleaba como laxante y en la preparación de cataplasmas para combatir las úlceras. El latex que contiene se utilizaba para cuajar la leche y para ablandar carnes.
La madurez del higo no tiene que ver con su color sino con la textura de su carne, algo mantecosa. Los higos se conservan bien unos días en el cajón de verduras de la nevera, pero no hay que congelarlos ya que pierden aroma y textura.
Además de ser un postre delicioso, combinados con queso y ensaladas variadas se convierten en entrantes ligeros espectaculares; se pueden cocer en un vino especiado y acompañarlos con una bola de helado de vainilla.
Los higos secos y frescos componen excelentes rellenos de carnes y aves. Buñuelos, tartas, confituras o mermeladas tienen en los higos un elemento de primer orden, por lo que en épocas de abundancia se pueden confitar y reservar en botes de cristal para utilizar en los meses invernales. Entre los higos secos, la variedad más apreciada es la de cuello de dama, y el pan de higo es una auténtica delicia para los amantes de los dulces muy, muy dulces.
Receta de Tarta Fresca de Higos:
I
ngredientes:
Para la base:
- 150 gr. de galletas
- 40 gr. de mantequilla en pomada
- 60 gr. de chocolate (70% cacao)
Para el relleno:
- 250 gr. queso mascarpone
- 125 gr. de nata
- 125 gr. de leche + 4 cucharadas
- 80 gr. de azúcar
- 1 sobre de cuajada
- Confitura de higos (mermelada)
- 1 sobre de gelatina de fresa o frambuesa
Elaboración aquí: http://www.arecetas.com/receta/tarta-fresca-de-higos/56894/
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