El melón
Ahí está, como cada año, fiel a nuestra cita, impecable, lustroso, fresco, apetecible, irresistible… Mi compañero en las tardes calurosas de verano, mi aliado en la cocina, el rey de las frutas del verano: el melón.
Este fruto tan querido en nuestra mesa, nace de una planta que se desarrolla a nivel del suelo pero también lo puede hacer alzando sus ramificaciones hacia el cielo, y que crece en territorios como Asia, de donde derivan los melones de carne blanca y amarilla, o en Sudán, cuya variedad más extendida son los melones de pulpa verde.
Los melones fueron traídos a España por los árabes y hoy en día gozamos de diversas modalidades en nuestra Península, como el melón «Rochet», el «Tendral» o el «Piñonet Piel de Sapo».
Pero no vamos a dejar de mencionar otras variedades provenientes de diferentes países: Cantalupo, Galia, Charentais, Ananas, Honey Dew.
El Cucumis melo L. es una planta anual que pertenece a la familia de las Cucurbitaceas, cuyo tallo herbáceo está muy ramificado y recubierto por flores de color amarillento. Su fruto puede tener distintas formas: ovalado, esférico,…
Tanto su corteza como su carne ofrecen un variado y hermoso colorido: anaranjada, verdosa, amarilla, crema, asalmonada…
El melón puede llegar a contener hasta un 95 % de agua, por lo que se trata de un alimento muy aconsejable en las dietas de adelgazamiento, dado su bajo aporte calórico. Además, contiene en cantidades importantes potasio, vitamina A en forma de beta-caroteno, y vitamina C.
Si hemos comprado un melón y deseamos que se nos conserve lo mejor posible, conviene que lo coloquemos en un lugar fresco y con buena ventilación,- pero si ya lo hemos abierto para su consumo, en este caso, la nevera será su lugar ideal, guardándolo en una bolsa hermética o envuelto en papel transparente si no queremos que su intenso aroma sea atrapado por el resto de los alimentos de nuestro frigorífico. Durará aún más si lo congelamos. Para ello sólo tendremos que pelarlo y cortarlo en trocitos rociándolos con limón y azúcar y, posteriormente, envolviéndolos en papel de aluminio.
En la cocina da mucho juego, pudiéndolo servir de primer plato a modo de sopa, gazpacho o crema dulce de melón; de segundo, asado, acompañado de jamón (plato ampliamente conocido), o como ingrediente principal de una ensalada; y, finalmente de postre, quizás la forma más difundida de tomarlo, y que se puede presentar de mil maneras: frío, en forma de sorbete o granizado, soufflé, o formando unas deliciosas brochetas con plátano.
Un truquillo para resaltar el sabor del melón es echarle un chorrito de vino dulce o una pizca de pimienta.
Para aquellas personas a quienes el melón les resulta indigesto, provocándoles malestar gástrico, les recomendamos que lo coman antes de las comidas o fuera de ellas, ya que es bien cierto aquel refrán que dice «el melón, por la mañana es oro, por la tarde plata, y por la noche… mata».
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