D.O.C. Vinos de Lagos

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De origen celta, Lagos fue sucesivamente romana, árabe, portugués y, por último, por la conquista en 1241. Está profundamente vinculado a la expansión portuguesa, que comenzó con la expedición a Ceuta y que esta ciudad tuvo su punto de partida.

Lagos y Vila do Bispo, debido a su proximidad a Sagres, fueron espectadores privilegiados de las primeras iniciativas de descubrimientos.

Región situada en la franja de territorio de la costa del Algarve, la inserción de sí mismo entre el océano y la Serra de Monchique, con un clima mediterráneo templado por una fuerte influencia marítima, se reúne el suelo y el clima propicio para la producción de vinos de calidad.

ÁREA GEOGRÁFICA

La superficie correspondiente a la denominación de origen «de Lagos» abarca los municipios de Aljezur (parte de las parroquias de Aljezur, Bordeira y Odeceixe), Vila do Bispo (parroquias de Raposeira, Sagres y Vila do Bispo y parte de las parroquias de Barão de São Miguel y Budens) y Lagos (parroquias de la Luz, Santa María y San Sebastián y parte de las parroquias de Barão de São João, y Bensafrim Odiáxere).

Lagos tiene una larga historia vinculada al mar. Su nombre originario, Lacobriga, revela que los primeros habitantes de este puerto eran de origen celta, aproximadamente 2000 años a. C. A éstos les sucedieron los fenicios, griegos y cartagineses pero los romanos fueron quienes propiciaron su crecimiento y prosperidad. Los árabes la rodearon de murallas en el s. X y le llamaron Zawaia. Aquí permanecieron hasta que se produjo la conquista cristiana en 1249, año en que la población se integró en territorio portugués.

El s. XV fue el siglo de oro de Lagos, paralelamente al inicio de la época de los Descubrimientos. Debido a su ubicación, frente a África, se convirtió en el punto de partida y llegada de las naos que, año tras año, iban descubriendo la costa de este continente. Centro de comercio de los productos exóticos, del marfil, oro y plata procedentes de África, Lagos vio crecer el número de casas, de comerciantes y de monumentos.

Nuevas murallas, construidas en el s. XVI, acompañaron la expansión de la ciudad que, desde 1572, se convirtió en sede de obispado y residencia de los gobernadores del Algarve. Estas defensas fueron reforzadas en el s. XVII con la construcción de fuertes en puntos estratégicos. El terremoto de 1755 y el maremoto que le siguió destruyeron gran parte de la ciudad que sólo a partir del s. XIX, con la industria de conservas de pescado y el comercio, comenzó a recuperar su prosperidad. La Lagos de hoy es una ciudad dinámica y activa, orgullosa de su pasado.