Café con mucho arte, cultura del café y salud

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Amantes del café

Los consumidores habituales de café al degustarlo, suelen realizar una evaluación sobre su calidad con los típicos comentarios – está bueno. Sin embargo, generalmente asocian la calidad con la habilidad de la persona que lo preparó o el buen estado de la cafetera utilizada.

Aunque quien prepara el café tiene, sin duda, parte activa en el arte de elaborar el café, la calidad viene dada por el mimo con el que se ha tratado la planta desde el mismo momento de su cultivo. No obstante, dentro del largo proceso del café, hay tres momentos de suma importancia en los que sólo aquellos que demuestran su arte consiguen un producto final excelente.

La recolección del grano de café es un momento clave. Es muy larga y laboriosa, pues solo se pueden recoger las cerezas maduras que envuelven los granos de café. La dureza de esta tarea radica en que no maduran al mismo tiempo, ni siquiera las de un mismo cafeto. Esto obliga a revisar las cerezas, una a una, hasta recolectar la última.

El tratamiento, que consiste en limpiar a fondo las cerezas maduras recolectadas previamente. Esta limpieza se puede realizar en seco o con agua. Cuando se lleva a cabo con agua se obtiene una mejor calidad de café. En este proceso se separa la cereza que envuelve a los granos de café de estos, y a continuación se dejan secar. Más tarde, se seleccionan los mejores granos. Esta fase requiere de gran destreza y conocimiento, y sólo los más artistas logran un resultado óptimo.

El tueste conforma la última fase para que el grano de café esté a punto para ser consumido. Es un proceso en el que los granos adquieren el aroma y el sabor definitivo. El tueste puede ser de tres formas: ligero, medio o completo. Este momento es el más importante del proceso y sólo aquellos con amplia experiencia y con los conocimientos adquiridos de la tradición son capaces de llevarlo a cabo.

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EL CAFÉ Y LA SALUD

El café ha sido sumamente criticado desde el punto de vista de la salud. Sin embargo, se ha olvidado recordar sus propiedades y efectos positivos, siempre que la dosis consumida sea moderada. De hecho, el café en muchas ocasiones puede llegar a ser un gran aliado.

Uno de los casos en los que se convierte en un compañero ideal es en momentos en los que se necesita reforzar la concentración. Un café a tiempo mejora las funciones del cerebro permitiendo aumentar la atención, es decir, favoreciendo la actividad sensorial y motriz y disminuyendo la sensación de cansancio o fatiga. Por ello, los estudiantes, en sus épocas más fatídicas acuden a él.

Pero además, su capacidad para provocar el insomnio suele ser otra de las justificaciones que estos encuentran, en vísperas de exámenes, para degustar un sabor tan preciado.

Por otro lado, resulta una bebida recomendable para personas que padecen de hipotensión, es decir, de presión arterial baja, ya que el café se encarga de elevarla.

También es conocida su utilidad en la realización de dietas, pues su ingesta provoca sensación de saciedad. De esta forma, se reduce el ansia de comer entre horas. Además tomar un café, no engorda. Tan sólo aporta dos calorías al cuerpo.

Incluso, la cafeína propicia la eliminación de calorías. Sin embargo, esto no significa que haya que aumentar el número de cafés diarios, pues superar la media de cuatro cafés al día puede ser perjudicial. Lo que resulta ideal es tomar los productos dietéticos elaborados con la cafeína extraída de éste.

CULTURA DEL CAFÉ

Esta bebida exquisita es elaborada con el fruto de la planta de café que pertenece a la familia de las rubiáceas. Se cultiva en la franja comprendida entre el trópico de Capricornio y el trópico de Cáncer. Entre los países que destacan por su mayor producción cafetera están Brasil, Colombia, El Salvador, Costa de Marfil y Etiopía.

Cuando se habla de café o se mira su significado en el diccionario, se alude a la bebida oscura y amarga elaborada mediante los granos de café. Sin embargo, se olvida mencionar la enorme cultura que se encuentra detrás él.

Personajes ilustres de la política, la música o la literatura se han desarrollado bajo la mirada atenta del café. La personalidad de esta bebida ha hecho que se le rindieran establecimientos en su nombre. Así comenzó, aproximadamente en el siglo XV, la existencia de los tan conocidos cafés en Arabia, punto originario de un tipo de café. Poco a poco, esta tradición se fue extendiendo a Turquía, y de allí a Europa. Primero Venecia, luego Londres, Leipzig, París, ... Todas estas capitales hacia el siglo XVII convirtieron los cafés en lugares de reuniones para personajes ilustres de la política, las artes o el conocimiento.

En Madrid, cafés tan conocidos como La Fontana de Oro, El Colonial o El Levante, tuvieron vital importancia en el ambiente cultural y político de la época. Así como L´Orient, el Liceo de la Rambla de Barcelona, o el Continental en la ciudad de Barcelona.

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Receta con Café:

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